¿Por qué la tumba del primer Emperador de China nunca ha podido ser abierta?
En febrero de 1974, un campesino chino que cavaba un
pozo de agua se encontró con uno de los descubrimientos más impactantes del
siglo XX: ocho mil guerreros de terracota esculpidos en tamaño natural
construidos para defender al primer Emperador chino, Qin Shi Huang, en el más
allá. Pero a pesar de que los arqueólogos tienen identificada la tumba de este
relevante personaje, aún no se han atrevido a abrirla. Lejos de ser por temor a
una posible maldición, los porqués parecen ser mucho más mundanos.
El mausoleo
del Emperador Qin Shi Huang, quien unificó los distintos reinos del país
asiático, se ubica en la provincia de Shaanxi, en la China central y desde 1987
este recinto se encuentra catalogado en la lista del Patrimonio de la Humanidad
de la UNESCO. Aunque el lugar donde fue encontrado el ejército de terracota ha
sido inspeccionada innumerables veces, la tumba del Emperador de la dinastía
Qin no ha podido ser abierta desde que fue sellada hace más de 2.000 años. Los
motivos son diversos.
Algunos
expertos señalan que realizar excavaciones en la zona podría dejar daños
irreparables en la tumba dado que la única manera de abrir la construcción es
con técnicas invasivas ya que no se cuenta todavía con las herramientas y
tecnología necesarias para excavar apropiadamente. Al no saber qué tesoros se
guardan en el interior de la tumba hace que los expertos actúen con mucha más
cautela.
Por otro lado, casi medio siglo después de la muerte
del Emperador, el historiador chino Sima Qian relata que el mausoleo se
encuentra repleto de trampas mortales que supondrían obstáculos peligrosos para
cualquiera que intentase entrar: «La tumba se llenó de artefactos raros y
tesoros maravillosos. Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y
flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba»,
describió el historiador.
Aunque cabe la posibilidad de que después de tantos
años, estas trampas dejen de funcionar, el escrito de Sima Qian hace referencia
a la presencia de mercurio líquido en el mausoleo, altamente mortal. Un dato
que fue comprobado en 2020 cuando unos investigadores dieron cuenta de trazas
de mercurio descubiertas alrededor de la necrópolis y en cantidades superiores
a las que cabría esperar.
La decisión de abrir la tumba recae, en última
instancia, sobre el gobierno chino que parece estar a la espera de la llegada
de avances técnicos que minimicen el deterioro del patrimonio durante la
exploración. Por ahora habrá que esperar aunque algunas ya existen algunas
técnicas prometedoras como la utilizada en Egipto para «escanear» el interior
de las tumbas faraónicas o el uso de muones, unas partículas poco conocidas que
permiten sondear las estructuras impenetrable.
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